La Peluquería vs. el alcalde: ¿quién tiene la razón?


El enfrentamiento con la Policía de La Candelaria en el lanzamiento de un video musical de la banda Cero39 que se llevó a cabo en La Peluquería el pasado viernes 17 de mayo sigue dando de qué hablar. Aún no es claro si La Peluquería es un espacio público o privado, y qué tipo de establecimiento es exactamente. ¿Tenía derecho la Policía a entrar al evento? ¿Hubo abuso por parte de los oficiales?
–Melissa, ¿qué es La Peluquería?
–La Peluquería es lo que llaman hoy en día un espacio independiente, que es  la máxima definición que se ha logrado con el IDARTES. Estos espacios son lugares con equipamiento cultural que brindan diferentes posibilidades en actividades relacionadas al medio artístico como danza, teatro, música, artes visuales, artes plásticas. La Peluquería es pionera en eso. Yo soy la directora. Es un formato que maduré mientras vivía en Londres inspirada en espacios culturales que conocí. Somos un colectivo de artistas plásticas llamadas Las Peluqueras Asesinas, que cortamos el pelo a gente que no le tiene miedo a los cambios y a experimentar. Trabajamos sin espejos y las peluqueras no pueden ser graduadas de academias de estética, sino que venimos de las Artes Plásticas. Es una práctica artística relacionada con el cambio extremo.
Además tenemos una barra donde se sirven tragos calientes y cerveza durante el día. Solamente se vende licor cuando hay un evento por la noche. Tengo un registro en la Cámara de Comercio desde el 2008 para peluquería, realización de eventos, galería de diseño centro de convenciones y eventos musicales, artes plásticas y visuales. También tengo permiso (o concepto) de suelos, en el que consta que puedo funcionar como peluquería y lugar de eventos, y permiso (o concepto) de bomberos. También tengo un concepto de sanidad que dice que tengo señalización, baños para el público, condiciones de aseo y bodegaje de basuras y extintores. Y el permiso de Sayco-Acinpro para poner música. Todos los permisos están en orden, la Policía no tenía que haber hecho lo que hicieron.
Esta también es mi casa, mi vivienda. Solo abro por objetivos específicos, para pequeños eventos culturales.
Así esto hubiera sido legal o ilegal, no tenían que haber hecho lo que hicieron. No tenían que romper mi celular, arrastrar a Daniela Wong por el piso y preguntarle si era hombre o mujer, y haberle roto la memoria al camarógrafo. Lo importante es que en la conciencia de la gente no quede que la Policía tenía derecho a hacer lo que hicieron. La Policía no tenía ni idea de qué permiso me estaban pidiendo. Hubiera sido tan sencillo como sacarles la Cámara de Comercio. No conocen la ley pero se sienten dueños de la ley. Aquí no hubo disturbios ni hubo quejas por el volumen de la música. Aquí no estaba pasando nada malo, la gente estaba feliz. Quién sabe qué se habrán imaginado… Artistas, maricas, homosexuales, drogadictos… Ese es el problema más grave, la pedagogía en la Policía.
A mí no me importa que crean que La Peluquería es legal o ilegal. Yo siempre he jugado con eso. Porque me da risa la sociedad con ese tipo de temas, el formato. Hay cosas que se salen de los formatos. Y qué bueno que uno se pueda salir de los formatos, porque hay mucho que hacer por fuera de esos formatos. Y por eso tambalea la Policía y el Alcalde, porque se les sale de las manos. Lo que está en el limbo es el arte.

Melissa Paérez, La Peluquería, Bogotá, Colombia, Kienyke
Melissa, quien es la directora y creadora de La Peluquería, decidió cerrar el establecimiento.
–¿Por qué vas a cerrar La Peluquería?
–El Alcalde de La Candelaria sacó otras cosas al sol en la entrevista que le dio a El Espectador que nada que ver. El tipo me dio una mala impresión y decidimos cerrar por ahora. Además la Policía nos tiene entre ojos. El Alcalde no está muy de acuerdo con los centros culturales, está súper en contra del Street art en La Candelaria. Tiene el Chorro de Quevedo completamente muerto, frenó la actividad cultural que había ahí.
Yo quiero averiguar, ¿hasta qué punto pueden hacer lo que hicieron? A mí lo que más me interesa de ahora en adelante es que por medio de este caso se comprenda y se entienda hasta qué punto la fuerza pública puede hacer lo que hace. Es lo más importante, a mí ya no me importa defenderme. A mí ya no me pasó nada. Mi interés es filantrópico, yo he tratado de brindarle a la ciudad otras cosas. No es que esto esté de moda, es que es parte de un movimiento cultural artístico independiente donde se quiere mostrar otra actitud ante la vida. Mi prioridad es pedagógica, a mí tampoco me gusta el papel de víctima. Yo no soy ninguna boba, yo soy reaccionaria. Ya no pasó nada, pero quiero que la gente entienda que la fuerza pública no puede hacer eso.
 Erika Espitia, La Peluquería, Bogotá, Colombia, Kienyke
Daniela Wong teme por su seguridad y puso una querella en la Fiscalía.
Daniela, quien trabaja en La Peluquería como una de las Peluqueras Asesinas, nos dio su testimonio:
–¿Qué fue lo que hiciste que llamó la atención de la Policía?
–Queríamos que la gente saliera, que se acabara el evento, y la Policía solo estaba ahí parada y no ayudaban a sacar a nadie. A mí me tocaba arreglar el espacio, entonces me puse a barrer y se formó una nube de polvo alrededor de ellos. Cuando uno barre, la gente automáticamente se va. Quedaron resentidos conmigo por el acto de haber barrido.
Entonces comenzaron a preguntar, “¿es hombre o es mujer?” “¡Ah, no, es marica!” Y yo les decía que yo era lo que ellos quisieran que yo fuera… A mí eso ya no me importa, no es la primera vez que la Policía hace eso conmigo. A mí me ha pegado la Policía pensando que soy un chico. A uno comienza a parecerle normal que ellos puedan atarbanearlo.
Si a uno le dan violencia, lo normal es que la gente responda con violencia. Y sin embargo nadie hizo nada, solo comenzaron (los asistentes al evento) a gritar que ellos les pagaban su sueldo con sus impuestos.
Después estábamos afuera, en la entrada de La Pelu, tomándole fotos a la Policía. Entonces cayó un celular al piso. Yo me agaché a recogerlo y me agarraron dos Policías del cuello. Una mujer me agarró por delante y un hombre por detrás. Me tiraron al piso y comencé a ahogarme. Les pedí que me soltaran porque me ahogaba. Cómo sería que el prendedorcito que tenía me lo destruyeron. Cuando la Policía me soltó, tomé aire, me le solté del otro Policía, entré corriendo y me paré detrás de la barra. Yo no los agredí ni física ni verbalmente. No les dije groserías. Pero no sé si el haber barrido haya sido una agresión.
Un policía me dijo: “Usted no siempre va a andar acompañada,” como amenazándome. El Agente de mayor cargo se me acercó y me dijo que un gas pimienta en la camioneta no me iba a sentar nada mal. No me gustó que me dijera eso. Si a mí me hubieran cogido, ¿qué me habrían hecho? Estaba re asustada, muy, muy asustada. No me pude ir a mi casa porque me estaban esperando para judicializarme y no se fueron hasta las 6 de la mañana.
El sábado vine a trabajar y cuando salí vi a dos policías en una moto parqueada que me estaban mirando. Cuando comencé a caminar prendieron la moto, me voltee a mirar y no les vi la cara porque tenían los cascos puestos. Cuando se dieron cuenta que estaba acompañada se hicieron los bobos y se fueron. A mí me da un susto muy tremendo, entonces el lunes puse una querella en la Fiscalía. Si a mí me pasa algo ellos son los culpables. Me da mucho susto salir sola y por mi seguridad siempre ando acompañada. Cada vez que veo un Policía corro.